sábado, 25 de octubre de 2008

Breve reflexión teatral.

Da igual lo que ocurra en la escena, pero, pase lo que pase, tiene que pasar de verdad. Tiene que ser real.
Nosotros estamos aquí, y el personaje que queremos construir se encuentra allí-dijo Ingrid señalando una línea pintada en el pavimento como a un metro de donde ella se encontraba, sentada en el suelo y con la espalda apoyada en la pared.
Y es hasta allí, hasta esa línea, hasta donde debemos llegar, transitando por todo lo que hay en medio.
Claro que llegar hasta la línea puede dar miedo, porque más allá está la pérdida de la realidad, la locura, que se ha apoderado de tantos artistas.
Pero podemos llegar a la línea, sin traspasarla, y asomarnos un poco al otro lado, y movernos sobre ella como equilibristas, como los antiguos equilibristas. Y recoger su esencia, recoger la esencia del antiguo circo, del antiguo teatro, que hemos perdido, y que debemos recuperar porque es algo nuestro, algo que nos pertenece.
Antes los equilibristas se colgaban de los trapecios sin hilos que los sujetaran. No había arneses, y cuándo el director gritaba en la pista "ahora sin red" y redoblaban los tambores, se quitaba la red, se quitaba de verdad, y no había nada que protegiera de la caída.
Es esa sensación de riesgo, de equilibrio, la esencia del teatro que debemos recuperar y dar siempre a nuestras escenas. Que el espectador no se sienta seguro, sabiendo que es lo que va a venir a continuación.
En cambio, ahora, nosotros estamos aquí, el personaje que queremos se encuentra allí. Y nosotros, en nuestra investigación, nos conformamos con llegar sólo hasta la mitad de camino. No nos acercamos ni siquiera un poco, a la línea, preferimos quedarnos en el sitio seguro, seguro para nosotros y para el espectador.
Y para disimularlo, cubrimos al personaje con una máscara, para que parezca real.
Pero no lo es.
Nos metemos en el teatro y vemos trabajar a los actores dentro de su compleja escenografía, recitando su texto impecable, realizando sus acciones ensayadas una y otra vez..., pero si prestamos atención y tratamos de ver que es lo que están pensando, y es posible si uno presta atención, saber lo que piensa la gente, si nos fijamos vemos que su mente está en otro lugar muy alejado, tal vez estén pensando en lo que van a cenar mañana por la noche, o en donde se irán de vacaciones, pero no están en su actuación.
Y, a eso, le llamamos teatro.


Apuntes en clase de Ingrid.


Escuela de las Artes de Kilpaly.

2 comentarios:

*-* dijo...

Estoy completamente de acuerdo...
No hay excusa para un trabajo acomodado en el que todo el mundo "acepta" que no hay otra manera...
¿No hay otra manera?
Claro que sí que la hay, pero la pereza, la vagancia, el miedo y la confusión de términos nos hacen no ver más allá.
Un abrazo.

Sugarglider dijo...

Comentario tajante a la par que apropiado, camarada.

Muchas gracias por tu visita a este rinconcito. Abrimos las 24 horas, para todo el que quiera sentarse a tomar algo y escuchar un poco de música.

Un abrazo.